Seinfeld se ha convertido en una práctica guía para la vida posmoderna. Al menos en mi caso, así es. Tiene explicaciones a muchos de los misterios menores de la existencia. De hecho, puedo asegurar que en Seinfeld se pueden encontrar muchas más respuestas que en cualquier libro sagrado de cualquier religión. ¿Para qué buscar soluciones indefinidas a cuestiones intangibles, cuando puedes tener una respuesta lógica y concreta a un aspecto de la vida cotidiana? Es por eso que yo me considero Seinfeldista.
Entre la sabiduría que Seinfeld nos ha dejado, se encuentra una larga lista de términos prácticos para definir ciertas situaciones. Entre ellos está el ya famoso "low talker". Quiero hablar de ese término, que me queda como anillo al dedo. Definamos...
Low-talker.- (Adj.) Dícese de una persona cuyo volumen de voz carece de decibeles suficientes para ser escuchado en cualquier circunstancia de sonido ambiente.
Todos los que me conocen saben que hablo muy bajito. Siempre he sido así y no puedo hacer mucho al respecto. Digo mucho, porque en realidad sí puedo hacer algo. El instinto de supervivencia me ha obligado a desarrollar la habilidad de, en ciertas circunstancias, poder hablar más fuerte. Un ejemplo rápido que me viene a la mente es "¡¡¡No hay papel!!!". Ese tipo de situaciones obligan a modular un poco la voz. Sé que existen low-talkers que han aprendido a modular su voz por completo, porque su línea de trabajo los ha orillado a hacerlo. Principalmente son oradores. Esas personas han desarrollado una voz completamente distinta a su voz original, para poder hablar en público sin micrófono y sin problemas.
En secundaria, el profesor Ramos Pluma me tenía que preguntar varias veces mi apellido para registrar mi participación en su clase, porque al parecer mi volumen de voz no era suficiente para él -you, deaf motherfucker- y algunos años después la maestra de psicología Norma Lizette Chávez (nombresazo) me dijo que tenía que aprender a modular mi voz (ella fue la que me contó sobre esa habilidad mutante).
Ayer, estaba en los mezcales -no puede ser que mis dos primeros posts sean en la misma semana y traten sobre algo que se me reveló en la mezcalería, shame on me- platicando con Caroline mientras esperábamos a algunas personas, de las cuales finalmente sólo llegó Marimar. Justamente estábamos hablando sobre los low-talkers, y tuvimos dos epifanías, las cuales enlisto a continuación:
a) Un low-talker tiene cierta dificultad para identificar a otro low-talker. Resulta que Caro también es reconocida por la sociedad como una low-talker. Yo jamás lo hubiera pensado; según yo habla con un volumen bastante normal, pero tal vez eso creo porque mis estándares están basados en mi propio nivel de voz. Además, tocar batería ha ido desgastando mi oído poco a poco, por lo que no me considero autoridad en absoluto para dictaminar quién habla bajo y quién no. De la misma manera, ella tampoco me considera un low-talker a mí, cuando a lo largo de mis 24 años de vida se me ha dicho en repetidas ocasiones que tengo que hablar más alto para ser entendido. ¿Será que los low-talkers no puede identificarse entre sí? Puede ser eso, o que simplemente yo escucho muy mal y Caro tiene oído biónico.
Ese tema condujo a otro dentro del mismo rubro auditivo (se tardó años en llegar Marimar). A todos nos ha pasado que alguien dice algo que no entendemos, pero unos segundos después comprendemos, sin la necesidad de que nos lo repitan. Por ejemplo:
Juan: Pásame los apios.
Pepe: ¿Qué? (pasan dos o tres segundos) Ah.
Y así, Pepe le pasa los apios a Juan. Es un fenómeno de lo más extraño y misterioso. ¿El sonido se tarda más en llegar a veces? Definitivamente no; ésa sería una hipótesis de lo más estúpida. Lo cual me lleva a la epifanía b).
b) Existe la flojera involuntaria. Es un hecho que el oído no se puede cerrar, como los ojos. Los estímulos auditivos no se pueden evitar tan fácilmente como los de los otros sentidos. Si tienes flojera de hacer algo que tenga que ver con cualquier sentido que no sea el oído, puedes evitar hacerlo. Tengo flojera de ver algo, cierro los ojos. No quiero oler algo, me aguanto un poco sin aspirar y listo. Pero nunca puedo tener flojera de oír.
O al menos eso creía hasta ayer. Es la única explicación al misterioso fenómeno del sonido que se entiende tarde. En ese momento, nos ataca la flojera involuntaria. En el fondo, no estábamos tan interesados en escuchar lo que nos dijeron. Eventualmente llegó, porque no se puede evitar, pero nos dio flojera involuntaria oír y entender desde el principio. No importa que nuestro "deber ser" quisiera escuchar por decencia. La flojera involuntaria manda.
Sólo puedo concluir que estoy jodido: soy un low-talker, que no escucha bien y que con frecuencia sufre de flojera involuntaria. Espero que eso no empeore con los años.
Entre la sabiduría que Seinfeld nos ha dejado, se encuentra una larga lista de términos prácticos para definir ciertas situaciones. Entre ellos está el ya famoso "low talker". Quiero hablar de ese término, que me queda como anillo al dedo. Definamos...
Low-talker.- (Adj.) Dícese de una persona cuyo volumen de voz carece de decibeles suficientes para ser escuchado en cualquier circunstancia de sonido ambiente.
Todos los que me conocen saben que hablo muy bajito. Siempre he sido así y no puedo hacer mucho al respecto. Digo mucho, porque en realidad sí puedo hacer algo. El instinto de supervivencia me ha obligado a desarrollar la habilidad de, en ciertas circunstancias, poder hablar más fuerte. Un ejemplo rápido que me viene a la mente es "¡¡¡No hay papel!!!". Ese tipo de situaciones obligan a modular un poco la voz. Sé que existen low-talkers que han aprendido a modular su voz por completo, porque su línea de trabajo los ha orillado a hacerlo. Principalmente son oradores. Esas personas han desarrollado una voz completamente distinta a su voz original, para poder hablar en público sin micrófono y sin problemas.
En secundaria, el profesor Ramos Pluma me tenía que preguntar varias veces mi apellido para registrar mi participación en su clase, porque al parecer mi volumen de voz no era suficiente para él -you, deaf motherfucker- y algunos años después la maestra de psicología Norma Lizette Chávez (nombresazo) me dijo que tenía que aprender a modular mi voz (ella fue la que me contó sobre esa habilidad mutante).
Ayer, estaba en los mezcales -no puede ser que mis dos primeros posts sean en la misma semana y traten sobre algo que se me reveló en la mezcalería, shame on me- platicando con Caroline mientras esperábamos a algunas personas, de las cuales finalmente sólo llegó Marimar. Justamente estábamos hablando sobre los low-talkers, y tuvimos dos epifanías, las cuales enlisto a continuación:
a) Un low-talker tiene cierta dificultad para identificar a otro low-talker. Resulta que Caro también es reconocida por la sociedad como una low-talker. Yo jamás lo hubiera pensado; según yo habla con un volumen bastante normal, pero tal vez eso creo porque mis estándares están basados en mi propio nivel de voz. Además, tocar batería ha ido desgastando mi oído poco a poco, por lo que no me considero autoridad en absoluto para dictaminar quién habla bajo y quién no. De la misma manera, ella tampoco me considera un low-talker a mí, cuando a lo largo de mis 24 años de vida se me ha dicho en repetidas ocasiones que tengo que hablar más alto para ser entendido. ¿Será que los low-talkers no puede identificarse entre sí? Puede ser eso, o que simplemente yo escucho muy mal y Caro tiene oído biónico.
Ese tema condujo a otro dentro del mismo rubro auditivo (se tardó años en llegar Marimar). A todos nos ha pasado que alguien dice algo que no entendemos, pero unos segundos después comprendemos, sin la necesidad de que nos lo repitan. Por ejemplo:
Juan: Pásame los apios.
Pepe: ¿Qué? (pasan dos o tres segundos) Ah.
Y así, Pepe le pasa los apios a Juan. Es un fenómeno de lo más extraño y misterioso. ¿El sonido se tarda más en llegar a veces? Definitivamente no; ésa sería una hipótesis de lo más estúpida. Lo cual me lleva a la epifanía b).
b) Existe la flojera involuntaria. Es un hecho que el oído no se puede cerrar, como los ojos. Los estímulos auditivos no se pueden evitar tan fácilmente como los de los otros sentidos. Si tienes flojera de hacer algo que tenga que ver con cualquier sentido que no sea el oído, puedes evitar hacerlo. Tengo flojera de ver algo, cierro los ojos. No quiero oler algo, me aguanto un poco sin aspirar y listo. Pero nunca puedo tener flojera de oír.
O al menos eso creía hasta ayer. Es la única explicación al misterioso fenómeno del sonido que se entiende tarde. En ese momento, nos ataca la flojera involuntaria. En el fondo, no estábamos tan interesados en escuchar lo que nos dijeron. Eventualmente llegó, porque no se puede evitar, pero nos dio flojera involuntaria oír y entender desde el principio. No importa que nuestro "deber ser" quisiera escuchar por decencia. La flojera involuntaria manda.
Sólo puedo concluir que estoy jodido: soy un low-talker, que no escucha bien y que con frecuencia sufre de flojera involuntaria. Espero que eso no empeore con los años.
9 comentarios:
Una noche reveladora, sin duda. Resumida con talento jaja.
Acepto que los low talkers del mundo debemos hacer un esfuerzo de vez en cuando, pero también está bueno descansar hablando con otros de nuestra condición sin forzar al cuerpecito. Cuesta trabajo reconocernos, sí, pero a nivel inconsciente, platicar con alguien que padece el mismo handicap se disfruta y se agradece.
Además, no te puedes quejar, igual y ser low talker te ha obligado a preferir escribir que hablar y por eso lo haces tan bien.
:)
Wooww no sabia que eres un low-talker y con asombro reconozco que yo tambien siempre lo he sido, no entiendo por que mi padre dice que "hablo para dentro" un amigo dice que "me secreteo", que onda con eso?
javi... además tocas la batería!! güey, de que se colapsa, se colapsa...y creo que soy lo contrario a un low-talker lo que creeeme, tiene sus pedos peores aún. Ahí luego te digo cuales...
clap, clap. Maestría absoluta del acomodamiento de letras, palabras e ideas
La Negra
Ninguna Biblia ha logrado explicar esto anteriormente. Una ovación de pie para tu post... definitivamente eres un low-talker, pero no te hace menos persona!! jajaja creo que si hay una antídoto: las veces que he compartido algo más que una cerveza, magicamente pierdes esa cualidad y te conviertes en un regular-talker. Así que surge una nueva ley: "A mayor nivel etílico en un cuerpo orgánico, menor la insidencia del transtorno del Low Talker".
En caro también aplica la regla que propone el buen Johnny, el alcohol es al mal del low talker, como la ranitidina es para los que sufren de gastritis. Eso claro, o modelar la voz, como propone la maestra de Javs. Ustedes dirán.
No cabe duda. Me dejaste todos los genes de amplitud vocal para mí solito... y sí abuso de ellos.
Y si tú te sientes sordo, imaginate como estoy yo, en un antro deplano prefiero que ni traten de comunicarse conmigo, me es muy dificil entender lo que quieren decirme.
Empeora con los años... o más bien lo defino como un filtro anti-pendejadas o síndrome conocido como: "yosólomeconcentroenunacosa" Y tiene una extensión llamada "nomeimportaloquedigas".
Sería como el síndrome bizzarro de tu síndrome... es decir, tu oído si lo puedes entrenar (involuntariamente) para escuchar lo que te interesa y este viene acompañado normalmente del tan molesto "¿¿¿eh????" aún cuando hayas escuchado perfectamente lo que dijeron, tu oído hace como que no escuchó y le manda una señal erronea al cerebro, y esto es simplemente hueva de entablar un diálogo. O no quere pasar los "confleis" al comenzal de a lado.
Según datos científicos, en personas como yo, la función auditiva, o más bien la del entendimiento y recepción de señales auditivas, se encuentra posicionada en la silla turca del cerebro, dando como resultado que siempre tenga hueva de recibir y codificar el sonido. Es como si el decodificador se volviera un burócrata del gobierno del DDF y sólo escucha o reacciona a palabras como "chupar" "peda" "sexo" y si estás casado..."me voy con mis papás"..."vete con tus amigotes" "si quieres ya no vayas a X".
No te sientas tan mal "low talker" No eres tu, soy yo...
Unidos los low-talkers del mundo!
Heme aquí...una low-talker más que a menos de que me encuentre enojada, la gente no hace más que pedir que repita lo que dije, hace caras de confusión o me da el avión y dice que sí.
¿Solución? Ofendanse de todo lo que les digan y los escucharán perfectamente.
¿Seinfeldista? Ya decía yo que tenías algo en común con Adal Ramones.
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