domingo, 20 de julio de 2008

Un affaire con la madre de todos los vicios

Hoy es un domingo de esos en que no sabes bien qué hora es y todo está como en slow motion. Tuve ensayo en algún momento de la mañana, porque se avecina una tocada que promete salir muy bien. Pero eso fue en la mañana; la tarde es una historia muy diferente en este tipo de días. La pereza y el estado zombie en el que me encuentro me hacen propenso a involucrarme en actividades de extrema ociosidad.

Acabo de hacer algo en verdad ocioso. Sí, incluso más ocioso que escribir en un blog o leer lo que alguien más escribió en un blog. Lo que sucedió fue que hace algunos días encontré una página en la que proponían un método pseudo mecánico para generar lo que ahí llamaban "la portada de un álbum debut". Es un proceso bastante tonto, pero me llamó la atención porque seguí los pasos y el resultado me pareció interesante, por no decir "simpaticón".

Las reglas son muy sencillas. Primero hay que buscar un artículo aleatorio en Wikipedia. El nombre del artículo será el nombre de la banda. Después, se debe acuidr a Quotations Page y ahí generar una lista aleatoria de citas para tomar las últimas cuatro palabras de la última cita de la página, que darán nombre al disco. Por último, hay que visitar la parte de Flickr en donde muestran, también de manera aleatoria, las mejores fotos de los últimos siete días. La tercera fotografía, sea cual sea, compondrá la portada. La verdad es que se obtienen combinaciones interesantes (algunas más que otras).

Entonces, volviendo al tema del domingo y la ociosidad que ocasiona, me pareció una actividad digna de este día darme a la tarea de hacer varias portadas de discos siguiendo este proceso al pie de la letra. A veces dan ganas de hacer trampa porque la segunda foto está mejor que la tercera o el nombre del disco resulta muy cursi, pero nunca flaqueé (aunque sí he de admitir que en algunos casos utilicé sólo una pequeña parte de la foto). Y bueno, no se me ocurre nada mejor que hacer con ellas que ponerlas aquí. Así que ahí van.











Y mi favorito:

lunes, 14 de julio de 2008

El animal de poder

¿A quién no le ha pasado el extraño fenómeno de la súbita aparición constante del objeto perdido en el inconsciente? Me refiero a esas veces en las que de pronto te topas con algún concepto, persona, animal, cosa, planta, flor, fruto, monera, funghi, etc. que hace mucho tiempo no veías o simplemente no lo recordabas y a partir de este nuevo encuentro, ese concepto, persona, animal, cosa, planta, flor, fruto, monera, funghi, etc. se te presenta en todas partes. Estoy seguro de que a todos les pasa en menor o mayor grado. Es como si algo que tenías prácticamente olvidado hace todo lo posible por regresar al mainstream de tu cabeza. Es un fenómeno tan extraño que a veces hasta da miedo porque es imposible saber el por qué de esta constante y necia aparición.

Hace un par de meses, me encontré con un anuncio estadounidense de revista, que utilizaba la palabra sloth en el copy. No le hice m
ucho caso en ese momento, porque no era un anuncio llamativo ni ofrecía algo que me pudiera interesar. Sin embargo, a partir de ese momento, empecé a ver esa palabra en todo tipo de textos, lo cual me hizo recordar el extraño fenómeno de la súbita aparición constante del objeto perdido en el inconsciente. Me quedaba claro que se refería a un animal muy lento pero no encontraba la traducción de esa palabra en mi vocabulario interno, por lo que me propuse buscarlo después, cosa que olvidé hacer. Pasó un tiempo y todo el asunto se quedó traspapelado en mi cerebro.

Poco tiempo después, empecé a encontrar por todos lados referencias a otra cosa que tenía por completo olvidada: la película de los Goonies. Creo que ya ni siquiera la pasan en Cine Permanencia Voluntaria de Canal
5, pero de pronto encuentro todo relacionado con los Goonies, desde la playera de Gery hasta sitcoms con chistes aludiendo al tema. Como nunca fui fan de esa película ni me acordaba bien de la trama, decidí verla por pura curiosidad. Iba más o menos por la mitad de la película cuando me topé con algo que me dejó atónito. Tal vez recuerden a un personaje monstruoso que vestía como pirata y tenía un ojo gacho y la cara llena de protuberancias. Bien, pues ese personaje de apariencia tan asquerosa ¡se llama Sloth!

En ese instante tuve que pausar la película y aprovechar que estaba en la computadora para googlear la pala
bra sloth. Lo primero que salió fue una animación amateur de Youtube sobre dos animalejos verdes muy extraños que se escapan de su jaula en el zoológico, pero los dibujos eran de tan mala calidad que en verdad no se entendía qué tipo de animal eran. Así que hice lo que debí haber hecho desde un principio: buscar el significado en español de la palabra sloth, que es "perezoso". En ese momento recordé que en el Show de los Animales (un programa de títeres y botargas que vi algunas veces en la infancia) había un perezoso, pero en realidad nunca había visto una foto real de estos animales, por lo que decidí buscar imágenes de perezosos. Qué animal tan horrendo; es como un koala pero verde, sin orejas, con pelo más largo y brazos desproporcionados. Ah, y además todo el tiempo se arrastra. De cualquier forma, es un animal muy desconocido, ¿no? ¿Es normal que en anuncios de Greyhound hablen de ese animal para referirse a la lentitud, existiendo muchos otros animales lentos mucho más comunes? Tal vez soy yo el que siempre ha vivido ignorando a los perezosos.


Aunque sea un animal tan feo, me pareció original la forma en que se las ingenió para ponerme a investigar sobre él. Lo cual me lleva a reflexionar: Homero Simpson descubrió su animal de poder en un viaje ocasionado por un chile guatemalteco; tal vez yo descubrí el mío por medio de la súbita aparición constante del objeto perdido en el inconsciente. ¿Por qué no? Es demasiada coincidencia que las dos últimas veces que me sucedió este fenómeno me llevaran al mismo lugar y que una sirviera como instrumento para regresar a la otra.

Es eso, o simplemente pierdo mucho tiempo pensando tonterías (lo más probable).



miércoles, 2 de julio de 2008

Un día (entero) en la vida del ciudadano

Hoy fui a la Dirección General de Profesionales a tramitar mi cédula profesional. Qué pesadilla. Estuve más de cinco horas haciendo varias filas que en realidad eran la misma una y otra vez, porque la misma ventanilla tiene como treinta y siete diferentes funciones y todo aquél que pretenda obtener su cédula, ha de pasar por ellas. Es un proceso tonto, especialmente cuando ves que todas las demás ventanillas presentan nula actividad y a aburridos personajes detrás de los cristales, esperando que les toque un poco de acción burocrática mientras ven cómo la señora de la ventanilla de las eternas colas se lleva toda la "diversión".
La verdad es que ni siquiera suena raro. Todos hemos tenido que llevar a cabo trámites gubernamentales alguna vez y estamos concientes de lo ineficientes que son. Simplemente es parte de su naturaleza. En esas ocasiones en que nos vemos en la necesidad de enfrentarnos a este mal tan propio de nuestra nación, desde que nos levantamos ya sabemos que nos espera un día en el que probablemente no podamos hacer nada más que formarnos, tomar turnos y esperar largas horas para cubrir requisitos e instancias que muy probablemente ni siquiera cumplamos del todo bien y tengamos que regresar al día siguiente para perder más tiempo. En mi opinión se podrían evitar muchísimos pasos innecesarios, pero sabemos que por el momento seguirá haciéndose así y ni modo.
Ésa es la cara mala de los tortuosos trámites, pero a decir verdad, todo ese tiempo que pasamos en los edificios de gobierno entregando y recibiendo documentos, tiene un sutil lado positivo, y éste se encuentra en el enorme y ecléctico grupo de personas que constantemente puebla estos lugares. No sé a qué se deba lo interesante de estos individuos; quizá es un instinto natural y ocioso de escudriñar a la gente cuando no hay nada que hacer más que esperar, o tal vez los personajes más pintorescos de la sociedad son los que visitan estos lugares. El punto es que siempre están ahí, varios hombres y mujeres que resaltan por alguna característica; ya sea la señora de las Lomas que no para de decir "Ash, por eso estamos como estamos", o el campesino abrumado ante tanta complejidad en tan pocos metros cuadrados, o el zoquete frustrado porque erró en el tamaño de fotografías requerido (léase "yo hace algunas horas"). Uno de mis personajes favoritos pertenece al tedioso trámite de la visa en la embajada de Estados Unidos: nunca falta la señora gorda vistiendo una enorme camiseta roja, azul y blanca, con la leyenda "I love USA", albergando la esperanza de tocar las fibras sentimentales y patrióticas del arbitrario yanqui a quien le corresponderá decidir si esa señora podrá o no poner pie sobre the land of the free and the home of the brave.
Lo mejor de los trámites gubernamentales son los amigos temporales. No importa qué tan antisocial seas, eventualmente empezarás a crear lazos con el prójimo. Estas situaciones sacan lo más puro de nuestro instinto gregario; nos unimos para juntos hacer menos pesado el ambiente hostil al que nos hemos de enfrentar. Toda persona que llega a realizar un trámite (especialmente en los trámites que sólo se tienen que hacer una vez, como la cartilla militar), se enfrenta a la incertidumbre que presenta un aparato burocrático complejo y desconocido. En el momento que cruzas la puerta del edificio, te conviertes en uno más del grupo. Todos buscan el mismo objetivo y tienen las mismas dudas que tú. Algunos empiezan desde la primera fila a preguntar "¿ésta es la cola para las cédulas?" y obviamente el interlocutor no posee la información necesaria para ofrecer una respuesta satisfactoria, por lo que contesta con un ambiguo, pero empático "yo creo que sí". Ahí comienza una amistad temporal que crecerá y se profundizará, para luego esfumarse en el momento en que ambos terminen su proceso y vuelvan a la realidad en la que nada tienen en común.
En 22 días tendré que regresar a recoger mis documentos y mi cédula profesional. Detesto la idea de tener que volver a visitar esa lejana e inhóspita oficina. Al menos creo que esta vez tomará menos tiempo y si tengo suerte, tal vez vuelva a toparme con alguno de los amigos temporales que compartieron mi via crucis burocrático de esta mañana.