Ni modo, ya nos cayó con todo la navidad. Desafortunadamente, este año no tuve escapatoria al momento familiar de llenar de coloridos adornos todo el hogar. Detesto esa tradición y casi siempre logro evadirla de alguna u otra forma. Esta vez tuve que estar ahí, pasándole esferas a mi querida progenitora, situando figuras perturbadoras de señores barbones por todos lados y soportando el eterno canto insoportable de unas lucecitas. No entiendo al manufacturero taiwanés que pensó que era muy aburrido que las luces navideñas sólo produjeran luz multicolor y las dotó con la habilidad de emitir un eterno loop musical. Mínimo debió pensar en otorgarles también el don de callarse, pero no, no hay forma, tienes que desconectarlas; es el combo "luz y música" o nada. Digo, tienen una perilla para subir y bajar el volumen. Según yo, teniendo eso, no se necesita llevar a cabo una enorme investigación para descubrir la forma de que esa perilla pueda silenciar las luces.
¿Qué puedo decir? Esta época saca a flote lo más quejumbroso de mi ser, pero la verdad mi intención no es hablar sobre la temporada. El asunto es que durante ese ritual de convertir la casa en un circo, se me reveló un dato que me pareció interesante: México es el único país exportador de esferas. Al parecer, en el resto del mundo las esferas son un lujo de lo más caro porque vienen desde la lejana tierra del nopal. Imagino que transportar enormes cantidades de un producto tan frágil debe ser una tarea de gran dificultad.
Pero eso no es todo, partiendo desde esta reveladora información me topé con el dato de que hay otra cosa que nadie más que México exporta:las canicas. Así es, todo indica que somos los orgullosos productores y exportadores de todo material cuyas características principales sean esférico e inútil. Porque hay que admitir que las esferas son completamente inútiles; de alguna forma estamos programados para ponerlas en árboles como adorno cuando en realidad son una cosa muy extraña cuya única gracia es reflejar nuestras caras de forma jocosa.
Y las canicas son un objeto todavía más extraño. Porque estoy seguro de que el primero que hizo una canica no tenía la menor idea de qué hacer con ella. Tenía una bola de vidrio en su mano y en un momento de arrebatada inspiración pensó que lo mejor que podía hacer con ella era utilizarla para golpear otras bolas de vidrio similares. Sin duda la inutilidad de algunas cosas puede convertirlas en juegos populares.
Volviendo a las esferas, hay gente que ha sabido redefinirlas al encontrarle utilidades mucho más interesantes que la ornamentalidad que las caracteriza. Por ejemplo, los fakires las utilizan con frecuencia como parte medular de sus actos, al acostarse sobre ellas y demostrar la inmunidad de sus cuerpos de hule. Ese uso me parece considerablemente más loable que la función original.
Creo que es momento de poner manos a la obra e inventar el próximo objeto-esférico-inútil. Hay que aprovechar el hecho de que sólo en este país contamos con la pericia necesaria para crear cosas con estas características. Con un poco de suerte hasta podríamos idear el próximo gran artículo de lujo del mundo.
¿Qué puedo decir? Esta época saca a flote lo más quejumbroso de mi ser, pero la verdad mi intención no es hablar sobre la temporada. El asunto es que durante ese ritual de convertir la casa en un circo, se me reveló un dato que me pareció interesante: México es el único país exportador de esferas. Al parecer, en el resto del mundo las esferas son un lujo de lo más caro porque vienen desde la lejana tierra del nopal. Imagino que transportar enormes cantidades de un producto tan frágil debe ser una tarea de gran dificultad.
Pero eso no es todo, partiendo desde esta reveladora información me topé con el dato de que hay otra cosa que nadie más que México exporta:las canicas. Así es, todo indica que somos los orgullosos productores y exportadores de todo material cuyas características principales sean esférico e inútil. Porque hay que admitir que las esferas son completamente inútiles; de alguna forma estamos programados para ponerlas en árboles como adorno cuando en realidad son una cosa muy extraña cuya única gracia es reflejar nuestras caras de forma jocosa.
Y las canicas son un objeto todavía más extraño. Porque estoy seguro de que el primero que hizo una canica no tenía la menor idea de qué hacer con ella. Tenía una bola de vidrio en su mano y en un momento de arrebatada inspiración pensó que lo mejor que podía hacer con ella era utilizarla para golpear otras bolas de vidrio similares. Sin duda la inutilidad de algunas cosas puede convertirlas en juegos populares.
Volviendo a las esferas, hay gente que ha sabido redefinirlas al encontrarle utilidades mucho más interesantes que la ornamentalidad que las caracteriza. Por ejemplo, los fakires las utilizan con frecuencia como parte medular de sus actos, al acostarse sobre ellas y demostrar la inmunidad de sus cuerpos de hule. Ese uso me parece considerablemente más loable que la función original.
Creo que es momento de poner manos a la obra e inventar el próximo objeto-esférico-inútil. Hay que aprovechar el hecho de que sólo en este país contamos con la pericia necesaria para crear cosas con estas características. Con un poco de suerte hasta podríamos idear el próximo gran artículo de lujo del mundo.